martes, 30 de noviembre de 2010

¡Aidaaaaaaaaa!

¿Cómo hablar de ópera cuando no entiendes de ópera? Solo se me ocurre hablar de ello desde el punto de vista de alguien al que le gusta mucho asistir a este tipo de espectáculos. En Valencia se ha programado estos días "Aida", una producción de la Royal Opera House-Covent Garden, el Palau de les Arts Reina Sofía y Den Norske Opera & Ballet de Oslo. Con la dirección musical de Lorin Maazel y la artística a cargo de David McVicar, "Aida" propone un viaje al Egipto de los faraones y un imposible romance que, como suele pasar en todas las óperas, acabará como el rosario de la aurora.



La puesta en escena huye de tópicos y opta por elementos que recuerdan a algunos trabajos de Tàpies o Saura, por ejemplo. En cuanto a las voces, todas ellas de gran altura, cabe destacar a la soprano Indra Thomas, maravillosa en el papel que da título a la obra, y a su rival, Daniella Barcellona, brillantísima en su último solo, en el que se lamenta por no poder salvar a su amado. Lástima que el final resultara tan lánguido y desvaído. El bravo Radamès (Jorge de León) y la desdichada Aida se sumergen en la oscuridad mientras el espectador se pregunta si se han ido a dormir.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Un coreano valenciano

Mis conocimientos sobre Corea son más bien escasos. Sé que hay dos, una al Norte y otra al Sur. El Norte sufre una de las peores dictaduras del mundo (comunista y hereditaria). El Sur organizó un mundial de fútbol y pasa por ser uno de los países más pujantes de Asia.
Mis conocimientos sobre su gastronomía son aún más pobres: dicen que allí se comen a los perros (extremo que no puedo confirmar porque nunca he estado).
En Valencia, escondido en una esquina en la calle San Martín, muy cerca de la calle de la Paz, encontramos "Arirang", un modesto restaurante (no esperen lujos) que promete "auténtica" cocina coreana. La carta se reduce a un menú degustación que consta de un entrante, un plato de carne (a elegir entre cuatro opciones), un arroz (a elegir entre tres) y un postre. Aconsejados por el camarero optamos por la versión más light del menú, tras ser interrogados por nuestra tolerancia al picante. El entrante consiste en unas verduras en tempura, ligeras y nada aceitosas, un plato generoso en lo que a cantidad se refiere. La carne se prepara ante el cliente. El cocinero (muy parecido al Doctor Slump) te trae a la mesa una plancha y un plato de carne cruda (ternera), especiada y cortada en láminas finas, y acompañada de cebolla y ajos tiernos).
Enciende la plancha, vierte unas gotas de aceite y, a continuación, la carne, que no tarda ni dos minutos en estar lista. Ésta se la sirve el propio comensal en una hoja de lechuga, a modo de rollito. El resultado: un plato jugoso y un pelín "guarrete" (no puedes evitar pringarte). El arroz llega después: servido en un pesado bol de piedra, consta de varias verduras y un huevo que, mezclado con el arroz, le da una consistencia pastosa. Un plato sabroso y con un punto picante. Los postres son caseros: un bizcocho de almendra con naranja cubierto de chocolate (parecido a una coca) y un dulce típico coreano de textura gomosa y relleno de soja caramelizada.
La carta de vinos es limitada, pero sus precios son irresistibles, como el resto del menú.
El joven que nos atendió, hijo del cocinero, habla con soltura el valenciano.

Restaurante: Arirang
Ciudad: Valencia
Fecha de la visita: 13/11/2010
Precio: 24 € (con vino, agua y café) aprox.
Nota: 5,5/10

miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Una patata de postre?

Elegido el sexto mejor restaurante del mundo en la lista que anualmente elabora una conocida marca de agua, la Osteria Francescana se esconde entre las impolutas callejuelas de la tranquila ciudad de Módena. Su discreta puerta de entrada esconde unas modernas aunque acogedoras instalaciones. Un amable portero vestido, como el resto del personal, con traje y corbata, es el primero en recibirte. No tarda en aparecer el chef, Massimo Bottura, una curiosa mezcla entre el chiflado profesor que interpretaba Christopher Lloyd en "Regreso al futuro" y Franco Battiato, quien nos acompaña hasta la mesa asignada. Nos decidimos por el menú más largo (ya puestos) y nos pregunta por nuestras "intolerancias" alimentarias. Intentando salvar las dificultades idiomáticas, conseguimos traducir la negativa de mi compañero a comer marisco (porque no le gusta ver bichos) con una acertada expresión del chef: "terror visual a los frutos del mar". Y comienza el festival: once platos de rabiosa modernidad pero íntimamente ligados a la tradición gastronómica de la Emilia-Romagna. Como enumerar tantas creaciones puede resultar pesado (y, qué caramba, adoro la poesía que le echan a los nombres de los platos y mi memoria es más bien cortita, con lo que supondría un enorme esfuerzo intelectual recordarlos), sólo destacaré el segundo postre (ver foto) : una deliciosa, tierna y dulcísima patata cocinada con mantequilla y trufa blanca, acompañada de vainilla montada). A lo Ratatouille, mi mente viaja al pasado y recuerdo la reconfortante y gozosa sensación que tiene uno de pequeño cuando se come un pastel, parecida a la de estar metiéndote un pedazo de paraíso en la boca.
La anécdota llegó con un plato que, en síntesis, era un steak-tartare. Lo presentaron dento de un mollete de pan ahuecado y salpicado por unas gotas de salsa de frutos rojos. Visualmente, nos recordó un cráneo abierto por la mitad. Atando cabos, vimos que se celebraba la noche de Halloween (sic, allí también) y que el chef había querido gastarnos una broma a costa del "terror visual" de mi compañero de mesa.

Restaurante: Osteria Francescana
Ciudad: Módena (Italia)
Fecha de la visita: 30/10/2010
Chef: Massimo Botura
Precio: 240 € (con vino) aprox.
Nota: 9,5/10