martes, 14 de noviembre de 2006

La tribu de los Bolingas


Esta semana Marietta se ha visto afectada por un documental televisivo.

Mi queridísimo Paco:

Visto lo que se ve en la pequeña pantalla -qué clarividencia la del que bautizó el invento con el nombre de “caja tonta”, ¿verdad?- me he dado por vencida y me he visto obligada a recurrir a los documentales. Sí, ya sé que me podía haber cogido un libro o haberme ido a pasear por la ciudad, en lugar de embrutecerme con la tele. Sí, también sé que los documentales siempre han estado ahí. De hecho, todo el mundo dice verlos, lo cual me lleva a la conclusión de que mentimos más que hablamos. Y yo, que siempre voy con la verdad por delante, he de confesarte que los documentales me aburrían muchísimo.

Empleo el tiempo pasado, no porque cualquier tiempo pasado fuera mejor, sino porque he descubierto que, si una selecciona bien -como todo en esta vida- puede descubrir mundos mucho más fascinantes que los de Belén Esteban y sus circunstancias o los de los ex concursantes de Gran Hermano, si es que éstos son capaces de contener mundo alguno.

Ayer mismo vi uno interesantísimo sobre una tribu de nombre imposible de recordar. No sé por qué mis neuronas procesaron la información de manera más cachonda de lo que debieran y se quedó grabado en mi mente el nombre de “Bolingas”. Una de las características de esta tribu, y supongo que por ese motivo permanece con ese nombre en mi cerebro, es que van siempre como ¿Dios? los trajo al mundo. O sea, desnuditos. Esto no es ninguna novedad con respecto al mundo del documental, pues en todos ellos salen tribus de éstas con curiosas piezas de artesanía incrustadas en sus partes más íntimas, lo cual debe de ser incomodísimo (con lo que flipé yo cuando inventaron las bragas sin costuras). Por no hablar de ésos que se ponen un plato en la boca, algo superpráctico en el caso de que fumes porque siempre tendrás un cenicero a mano, ¿verdad?

Otra de las características de la tribu bolinga es su enorme pulso sexual. Los ancianos, sin necesidad de química pastillera alguna, sacian sus apetitos carnales varias veces por semana. Y se les nota en la cara. Porque el narrador decía que tenían 80 años, que si no yo no les echaba más de 50. Claro, si ése es el secreto de la eterna juventud, habrá que ponerse manos a la obra, pensé yo. ¡Lo que me voy a ahorrar en cremas!

Antes de que siguiera pensando (porque cuando pienso se me nota mucho en la cara), Samuel hizo notar su presencia propinándome suaves codazos mientas señalaba con la cabeza el televisor cada vez que el narrador aludía a la frecuencia amatoria de la tribu bolinga. Muy sutil no es, ¿verdad?

Mientras ponían anuncios, hice un poco de zapping y puse un telediario. Da igual el que pongas a la hora que lo pongas: todos cuentan lo mismo de la misma manera. Aparecía un chico joven, líder de un partido político que ha conseguido entrar en el Parlamento catalán. El chaval hizo una campaña electoral de lo más original: en los carteles publicitarios salía desnudo, sólo tapado por el lema del partido a la altura de sus intimidades.

No sé qué extraño resorte se activó en mi mente para que empezase a imaginarme a los candidatos a la alcaldía de Gandia haciendo una campaña parecida, en pelota picada.

Todavía tengo escalofríos.

Bueno, te dejo, que he de rejuvenecer junto a Samuel.

Afectuosamente,

Marietta de los Espíritus

1 comentario:

Anónimo dijo...

Rejuvenece Marietta, rejuvenece, y sigue contándonos anécdotas, a ver si al final somos todos capaces de reírnos de nosotros mismos, que un poco de humildad mezclada con un toque de humor nunca bien mal.

Paco, felicidades por tu blog; es muy "blog-nito". Ánimo campeón. Besotes.