miércoles, 8 de noviembre de 2006

MARIETTA LE DA AL TAI-CHI

Esta semana a mi amiga Marietta le ha dado por la vida sana. Ahora hace ejercicio. Me lo contaba así en su carta semanal:


Mi queridísimo Paco:

Una de las cosas que más me gusta en el mundo es reunirme con las amigas una vez por semana para hablar de nuestras cosillas. O sea, de nada. Es uno de esos placeres que se puede permitir una de vez en cuando para compensar los sinsabores de la vida diaria, ¿verdad?

Desde hace un mes, esa reunión se ha convertido en una excusa para hacer un poco de ejercicio físico, porque estamos en una edad muy mala y el peligro osteoporósico anda al acecho. Digo que ahora nos ha dado por ejercitar un poco los músculos con una disciplina oriental llamada tai-chi. Seguro que sabes de lo que te estoy hablando: consiste en hacer movimientos muy lentos con todo el cuerpo, mientras se respira al compás. Parece que no, pero las agujetas están garantizadas al día siguiente.

Mi amiga Raquel, la más mística, ascética y “espirituosa” de todas mis amigas (tan espirituosa que algunos la llaman ‘La Champañera’), nos convenció a todas, con esa labia suya tan como de hipnosis -no sé si recordarás la serpiente de “El libro de la selva”, no te digo más que hasta tiene la lengua bífida- de que debíamos evitar que nuestros cuerpos cayesen por la peligrosa pendiente de la ancianidad con la milenaria disciplina (de la cual, por cierto, no tiene ni repajolera idea). No te creas que no me dieron ganas de tirarle un geranio a la cabeza, pues en ese preciso momento andaba yo regando las plantas, que las tengo hermosísimas a pesar del tiempo que hace, pero me controlé, porque para esto del control mental los orientales son la leche. Ahora, le dejé bien clarito que la ancianidad no se lleva en el carné, ¿verdad?

Me gustaría poder decirte que me va muy bien, que me he quitado una década de encima y me estiro como una goma de mascar, pero va a ser que no, porque llevamos cuatro sesiones y en todas y cada una de ellas hemos padecido algún percance.

El primer día no pudimos hacer nada porque nos pasamos toda la mañana en urgencias por una intoxicación. No sé si sabes que mi amiga Vero ha dejado de fumar. Y no es que lo lleve muy bien, precisamente. La cuestión es que a Raquel le gusta dar las clases con un montón de inciensos de ésos que se clavan en una tablita y que, supuestamente, huelen a té verde, melocotón o sándalo, aunque lo único que tiran es un humo apestoso. Pues bien, Vero, que lleva un mono encima que no se aguanta, se amorró al incienso que no veas, supongo que porque le hacía recordar sus añorados cigarros.

Total, que pilló un colocón de agárrate y no te menees, ¿verdad?

La segunda clase sirvió para que Victoria, la cuarta en discordia, se hiperventilase. Tanto inspira-respira, tanto inspira-respira, que se le metió dentro más aire del necesario y acabó redonda en el suelo.

A la tercera sesión yo iba asustadísima, pues pensaba que nos habían echado una maldición con tanto accidente. Y, efectivamente, terminé por convencerme de ello cuando a Raquel, La Champañera, se le enganchó la espalda mientras nos soltaba un rollo acerca de los chacras y la energía que fluye de no sé qué parte del cerebro. Claro, como no tiene ni idea, la pobre no sabe que, por mucho que lo intente no se puede pasar la pierna por detrás de la cabeza.

A la cuarta sesión voy dentro de un rato y no sé a qué santo encomendarme para regresar entera a casa.

¿Sabrías tú decírmelo?

Espero ansiosa tu respuesta.

Afectuosamente,

Marieta de los Espíritus

2 comentarios:

javi dijo...

hola tete

Que bien escrives jodio, mira q eres listo, pos nada q me alegro poder ver y escuchar tu voz , estando tu tal lejos pero acercandola a todos los q te queremos , sigue asi vale , un besito.

nos vemos mañana

Anónimo dijo...

Hola guapetón,

Me ha encantado la carta de Marieta, como siempre. Tu estilo me recuerda mogollón a nuestro malogrado Terenci. Llegarás lejos. Y tu Marieta también. Besos y afros desde BCN. Raül. :-)