jueves, 23 de diciembre de 2010

La ley Sinde(scargas)


El rechazo del Congreso de los Diputados a la conocida como "Ley Sinde" ha provocado un agrio debate entre defensores de la propiedad intelectual y aquellos que consideran que Internet debe ser un territorio ajeno al Derecho. Los primeros creen que la actual legislación perjudica a la industria cultural, al permitir que contenidos protegidos circulen con total libertad por la red. Los segundos piensan que los internautas tienen todos los derechos pero ninguna obligación (¿alguien estaría de acuerdo en permitir que los pedófilos camparan a sus anchas entre webs, foros de debate y programas de intercambio de archivos?).
Nuestra relación con la cultura es, cuanto menos, esquizofrénica. Por una parte, todos vemos películas o escuchamos música o leemos libros como si éstos hubieran caído del cielo. Es decir, nunca pensamos en la persona que crea, que trabaja, que se esfuerza, que dedica muchas horas de un día en plasmar, de la manera que sea, su talento. Lo que pasa es que eso debe pagarse. Igual que se paga el pan al panadero, el coche al concesionario o el piso al banco. Por otra parte, creo que el hecho de que nos siente tan mal pagar por un disco, una película o un libro, tiene que ver con nuestra manera (histórica) de ver la vida. España es el país que inventó la picaresca: el pillo nos suele caer simpático. Pillos hay en todas las esferas de la vida española: en la política, en los medios de comunicación, en la farándula (¿os acordáis de Lola Flores, cuando pidió que cada español le diese una peseta para poder pagar a Hacienda?). De pillos están los mercadillos llenos. Nos encantan los mercadillos. Y nos importa poco la procedencia de aquello que nos venden. Si vas a Nueva York, por ejemplo, y te das una vuelta por Chinatown, compruebas que el 80% de sus visitantes son españoles. ¿Cómo explicar que ocupemos el tercer puesto en el ránking de países del mundo con más descargas ilegales? No deberíamos estar orgullosos de ello. Reino Unido y Francia llevan tiempo luchando contra la piratería y sus leyes son mucho más duras para los usuarios que las que pretendía implantar el gobierno, entre otras cosas porque cargan la responsabilidad sobre el usuario. Otra cuestión es que hayan logrado reducir la piratería.
Lo curioso es que este tema, lejos de provocarme respuestas absolutas, despierta en mí muchos otros interrogantes. Por ejemplo, ¿por qué en un país como Suecia, que suponemos avanzadilla del estado de bienestar, cuna de civismo y tolerancia, un país culto e impulsor de la igualdad entre hombres y mujeres, el tercer partido más votado es el Piratpartier? ¿Por qué un gran cineasta como Jean-Luc Godard se muestra contrario a la ley anti-descargas de Sarkozy? ¿Es menos "artista" Álex de la Iglesia por defender lo contrario?
Menos dudas tengo en lo que respecta a la poca adaptación de la industria a los nuevos tiempos. Esto se veía venir: Internet ha supuesto una revolución histórica y, mientras que unos se subieron al carro, otros decidieron enfrentarse a ella. Y, claro, han perdido. Por no hablar de la antipática gestión de algunas entidades como la SGAE o por lo extraño que resulta que alguien siga cobrando por cosas que han hecho otros hace muchos años.
Algo hay que hacer, no sé qué exactamente. Pero no podemos despreciar el trabajo de gente que nos hace soñar, reír o llorar con sus películas, con su música o con sus libros.
Aunque a mí no me gusten.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Bye Blake, bye



Ha muerto Blake Edwards, uno de los mejores directores de cine de la historia y un genio de la comedia (y, a veces, también, del drama, como demostró en "Días de vino y rosas"). Reconozco que me tira más el Edwards de "El guateque" y "La pantera rosa" que el de "Desayuno con diamantes", aunque entiendo el mito. El dúo que formó junto a Peter Sellers me resulta irresistible, imposible no soltar una sonora carcajada en cualquiera de los títulos en los que colaboraron juntos. Al dúo deberíamos añadir un tercero: Henry Mancini, el inolvidable compositor de "Moon River".

martes, 14 de diciembre de 2010

Un globo, dos globos, tres globos

Se han dado a conocer las candidaturas a los próximos Globos de Oro y me ha alegrado comprobar que la estupenda Emma Stone opta al premio a la Mejor Actriz de Comedia o Musical por su papel en "Rumores y mentiras", una divertida película que llena con gracia y encanto a raudales. Atención a "La red social" y a "Black Swan", que podría reportarle a Natalie Portman el primer Oscar de su carrera, dos de los títulos más repetidos de la lista. En el apartado de Televisión, sección Drama, se cuela la primera incursión televisiva de Martin Scorsese, "Boardwalk Empire", y vuelven a sonar con fuerza las historias vestidas de canciones de "Glee".  Javier Bardem se queda fuera de la terna de candidatos a Mejor Actor, aunque "Biutiful" consigue ser nominada en la categoría de Mejor Película de Habla No Inglesa. Me quedo con la italiana "Yo soy el amor" y la inconmensurable creación de Tilda Swilton en este filme.
La lista completa de candidatos, aquí.

Empanadilla al óleo

La consistencia del proyecto emprendido por Vicente Patiño en la zona del Puerto de Valencia queda fuera ya de toda duda en este 2010. "Óleo" se consolida como uno de los mejores restaurantes de la ciudad y apuesta por la cocina de raíces valencianas pero rabiosamente puesta al día. ¿Qué hay más valenciano que un empanadilla de tomate? ¿Qué más moderno que esa misma empanadilla "deconstruida"? Un clásico, una gozada que se come de dentro a afuera (¿se entiende?). Deliciosa la caballa agri-picante en media salazón con praliné de piñones, rotunda la yema de huevo en jugo de costillas y patata, delicada la corvina (melosa y fresca) con huevas de pescado y exquisito el pollo de corral, harto de comer maíz, el pobre. El postre me recordó a la merienda de las abuelas: ese café con leche y magdalenas que impregnaba toda la casa con su aroma, se transforma en el "Óleo" en un financier roto, con leche ahumada, avellana, miel y limón.
Nos presentaron sus propuestas para Navidad y Nochevieja. Muy recomendables (y muy bien de precio).
El sumiller nos dio a probar un vino gallego (que no nos hizo mucha gracia) y nos lo cambió sin ningún problema, así como algún plato que ya habíamos probado anteriormente.


Restaurante: Óleo

Ciudad: Valencia
Precio: 60€ (con vino, agua y café) aprox.
Nota: 7,50/10

jueves, 9 de diciembre de 2010

El "conceto"

El "conceto" es el "conceto", decía Manquiña en "Airbag". Y el "conceto" es lo que no me queda claro de la propuesta de Rafa Soler en su nueva aventura al frente de Joël Restaurant Bistronòmic. Porque sí, el local recuerda a un bistrot pero la carta nos remite a los grandes menús de la constelación michelinesca. El problema está en que, tarde o temprano, ambos "concetos" terminan chocando. Mis vecinos de mesa, agobiados por los vaivenes de sus acciones en la bolsa, decidieron marear un poco la carta y, ya de paso, al personal de sala. Consecuencia: entre plato y plato pasaban 15 minutos. Y cuando el menú que eliges se compone de siete, la espera puede hacerse interminable. Son los riesgos de quedarse solo en la cocina y de contar con una plantilla preparada para atender una barra de bar pero no las exigencias de paladares un punto más exigentes. Y el problema está en el "conceto". Más de allá de esta anécdota, porque no sería justo descalificar todo el trabajo de este muchacho por culpa de una cuadrilla de jubilados ociosos, Soler es un gran cocinero, que cuida muy bien la materia prima con la que trabaja, con precios más que ajustados y que, a veces, entusiama. Gracias, por ejemplo, a su higado de rape, manzana, soja y rúcola, se hizo con el premio a la mejor barra de pinchos y tapas del Congreso lomejordelagastronomía.com. El cremoso de bacalao, patatas y coliflor es otro de los hallazgos del Joël, al que deseamos mucha suerte, y claridad de "concetos", en estos tiempos de crisis.

Restaurante: Joël Restaurant Bistronòmic
Ciudad: Dénia
Precio: 40€ (con vino, agua y café) aprox.
Nota: 6,25/10

martes, 30 de noviembre de 2010

¡Aidaaaaaaaaa!

¿Cómo hablar de ópera cuando no entiendes de ópera? Solo se me ocurre hablar de ello desde el punto de vista de alguien al que le gusta mucho asistir a este tipo de espectáculos. En Valencia se ha programado estos días "Aida", una producción de la Royal Opera House-Covent Garden, el Palau de les Arts Reina Sofía y Den Norske Opera & Ballet de Oslo. Con la dirección musical de Lorin Maazel y la artística a cargo de David McVicar, "Aida" propone un viaje al Egipto de los faraones y un imposible romance que, como suele pasar en todas las óperas, acabará como el rosario de la aurora.



La puesta en escena huye de tópicos y opta por elementos que recuerdan a algunos trabajos de Tàpies o Saura, por ejemplo. En cuanto a las voces, todas ellas de gran altura, cabe destacar a la soprano Indra Thomas, maravillosa en el papel que da título a la obra, y a su rival, Daniella Barcellona, brillantísima en su último solo, en el que se lamenta por no poder salvar a su amado. Lástima que el final resultara tan lánguido y desvaído. El bravo Radamès (Jorge de León) y la desdichada Aida se sumergen en la oscuridad mientras el espectador se pregunta si se han ido a dormir.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Un coreano valenciano

Mis conocimientos sobre Corea son más bien escasos. Sé que hay dos, una al Norte y otra al Sur. El Norte sufre una de las peores dictaduras del mundo (comunista y hereditaria). El Sur organizó un mundial de fútbol y pasa por ser uno de los países más pujantes de Asia.
Mis conocimientos sobre su gastronomía son aún más pobres: dicen que allí se comen a los perros (extremo que no puedo confirmar porque nunca he estado).
En Valencia, escondido en una esquina en la calle San Martín, muy cerca de la calle de la Paz, encontramos "Arirang", un modesto restaurante (no esperen lujos) que promete "auténtica" cocina coreana. La carta se reduce a un menú degustación que consta de un entrante, un plato de carne (a elegir entre cuatro opciones), un arroz (a elegir entre tres) y un postre. Aconsejados por el camarero optamos por la versión más light del menú, tras ser interrogados por nuestra tolerancia al picante. El entrante consiste en unas verduras en tempura, ligeras y nada aceitosas, un plato generoso en lo que a cantidad se refiere. La carne se prepara ante el cliente. El cocinero (muy parecido al Doctor Slump) te trae a la mesa una plancha y un plato de carne cruda (ternera), especiada y cortada en láminas finas, y acompañada de cebolla y ajos tiernos).
Enciende la plancha, vierte unas gotas de aceite y, a continuación, la carne, que no tarda ni dos minutos en estar lista. Ésta se la sirve el propio comensal en una hoja de lechuga, a modo de rollito. El resultado: un plato jugoso y un pelín "guarrete" (no puedes evitar pringarte). El arroz llega después: servido en un pesado bol de piedra, consta de varias verduras y un huevo que, mezclado con el arroz, le da una consistencia pastosa. Un plato sabroso y con un punto picante. Los postres son caseros: un bizcocho de almendra con naranja cubierto de chocolate (parecido a una coca) y un dulce típico coreano de textura gomosa y relleno de soja caramelizada.
La carta de vinos es limitada, pero sus precios son irresistibles, como el resto del menú.
El joven que nos atendió, hijo del cocinero, habla con soltura el valenciano.

Restaurante: Arirang
Ciudad: Valencia
Fecha de la visita: 13/11/2010
Precio: 24 € (con vino, agua y café) aprox.
Nota: 5,5/10

miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Una patata de postre?

Elegido el sexto mejor restaurante del mundo en la lista que anualmente elabora una conocida marca de agua, la Osteria Francescana se esconde entre las impolutas callejuelas de la tranquila ciudad de Módena. Su discreta puerta de entrada esconde unas modernas aunque acogedoras instalaciones. Un amable portero vestido, como el resto del personal, con traje y corbata, es el primero en recibirte. No tarda en aparecer el chef, Massimo Bottura, una curiosa mezcla entre el chiflado profesor que interpretaba Christopher Lloyd en "Regreso al futuro" y Franco Battiato, quien nos acompaña hasta la mesa asignada. Nos decidimos por el menú más largo (ya puestos) y nos pregunta por nuestras "intolerancias" alimentarias. Intentando salvar las dificultades idiomáticas, conseguimos traducir la negativa de mi compañero a comer marisco (porque no le gusta ver bichos) con una acertada expresión del chef: "terror visual a los frutos del mar". Y comienza el festival: once platos de rabiosa modernidad pero íntimamente ligados a la tradición gastronómica de la Emilia-Romagna. Como enumerar tantas creaciones puede resultar pesado (y, qué caramba, adoro la poesía que le echan a los nombres de los platos y mi memoria es más bien cortita, con lo que supondría un enorme esfuerzo intelectual recordarlos), sólo destacaré el segundo postre (ver foto) : una deliciosa, tierna y dulcísima patata cocinada con mantequilla y trufa blanca, acompañada de vainilla montada). A lo Ratatouille, mi mente viaja al pasado y recuerdo la reconfortante y gozosa sensación que tiene uno de pequeño cuando se come un pastel, parecida a la de estar metiéndote un pedazo de paraíso en la boca.
La anécdota llegó con un plato que, en síntesis, era un steak-tartare. Lo presentaron dento de un mollete de pan ahuecado y salpicado por unas gotas de salsa de frutos rojos. Visualmente, nos recordó un cráneo abierto por la mitad. Atando cabos, vimos que se celebraba la noche de Halloween (sic, allí también) y que el chef había querido gastarnos una broma a costa del "terror visual" de mi compañero de mesa.

Restaurante: Osteria Francescana
Ciudad: Módena (Italia)
Fecha de la visita: 30/10/2010
Chef: Massimo Botura
Precio: 240 € (con vino) aprox.
Nota: 9,5/10