viernes, 8 de diciembre de 2006

Marietta, la portera, la ladrona y su amante


Esta semana Marietta habla sobre las porteras. (Gracias, Vicente, por ayudarme).

Mi queridísimo Paco:

Las comunidades de vecinos son como los documentales sobre animalitos de la sabana africana, de ésos que emiten en La Dos, pero a pequeña escala y en un bloque de pisos. Hay de todo: vecinas que parecen leonas, vecinos que parecen tigres, vecinitas igualitas que gacelas y vecinitos inofensivos como pequeños conejitos. La de mi amiga Raquel, por ejemplo. Recordarás que es, de entre todas mis amigas, la más patosa y la más cleptómana. También recordarás que hace poco celebramos su divorcio por todo lo alto y, desde entonces, la tía está que no para.

He de decir que ella fue muy feliz en su matrimonio, como cantaba Cecilia. Claro, en eso consiste la mentira: es la adulteración de una realidad que no nos gusta. Y fue feliz hasta que la comunidad de Pajoleros, 13, que es donde ella vive, se metió por medio y se empeñó en mostrarle la verdad, ¿verdad?

Petra, la portera, auténtica reencarnación del Mal en el cuerpo de una mujer gorda, gafas de 30 aumentos y bigote, fue la llamada a abrirle los ojos. También hay que echarle de comer aparte a Raquel. Mira que el de portero es un oficio en extinción. Pues ella se fue a vivir a un edificio que tenía una de serie. Y, encima, la puñetera hacía honor a todos los tópicos que sobre porteros pueda haber. Aunque lo mismo ahora se vuelven a poner de moda. Como los serenos en algunas ciudades españolas. Bueno, ahora se les llama "informadores nocturnos". Que yo qué quieres que te diga. Yo esto no lo veo. Por muy buenas intenciones que tengan los promotores de la idea. Yo siempre había oído comentarios acerca de lo incómoda que resultaba en algunas ocasiones la presencia escondida del sereno. Sobre todo, cuando te entraba un rapto amoroso y ponías en práctica aquello del “aquí te pillo, aquí te mato”. No digo que no te vaya a dar cierta seguridad encontrarte a una de estas personas en las solitarias madrugadas. Pero, ¿en qué pueden ayudarte en caso de problemas serios de seguridad si no son policías? Y también me pregunto una cosa: en estos tiempos en los que la confianza es un valor en horas bajas y en los que hay tanto aprovechado, ¿será útil el servicio que pueda prestar el “informador nocturno”?

Dudo, luego existo, ¿verdad?

Decía que la portera Petra, de Pajoleros, 13, fue la que provocó el divorcio de Raquel. Bueno, no ella, sino lo que le dijo. Aunque se lo podía haber ahorrado, porque el resultado de los actos de su marido fue bien visible.

Al parecer, el marido de Raquel tenía una amante. Y Raquel lo sabía. Porque esas cosas una mujer las sabe. No me preguntes por qué seguía con él, porque el corazón tiene razones que la razón no entiende. La cuestión es que un día la portera Petra los pilló y se lo dijo a Raquel cuando ésta volvía a casa de trabajar.

Raquel la abofeteó (le dio por ahí) y la mandó a no sé qué sitio. Cuando atravesó el umbral de la puerta de su casa, sintió que estaba dentro de uno de esos documentales de los que te hablaba al principio de la carta. Se sentía cierva y notaba cómo empezaban a crecerle unos enormes y vigorosos cuernos. Llegó a la habitación y se encontró a su marido desnudo sobre la cama, atado y amordazado.

Con toda la frialdad que fue capaz de acumular (ya había desahogado su rabia con la portera), se dirigió hacia él y le arrancó el esparadrapo que le tapaba la boca. “Lo siento, Raquel”, acertó a musitar el infiel marido.

Raquel, además de cornuda, había sido desvalijada por una mujer que resultó estar en la lista de las ladronas más buscadas de España.

Afectuosamente,

Marietta de los Espíritus

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