miércoles, 20 de diciembre de 2006

Marietta y las luces de Navidad


Esta semana Marietta se convierte en asesora de estética urbana. Ea.
¡Feliz Navidad para todos!


Mi queridísimo Paco:

No es mi intención amargarle las fiestas a nadie, que para eso ya están los de Hacienda, ¿verdad?, pero es que, como fiel observadora de la realidad que nos envuelve y/o circunda (¿o se dice “circuncida”?), no puedo por menos que criticar esa fanfarrona iluminación navideña que cuelga de los balcones de nuestras casas. Y digo fanfarrona porque de lo que se trata, no nos engañemos, es de demostrar quién tiene más lucecitas, más grandes y más escandalosas, ¿verdad? Algo, por otra parte, muy español. Y me viene a la mente esa frase hecha que dice: “pa huevos, los míos”. Y perdón por la grosería.


Mi esposo, Samuel, dice que la iluminación navideña es a las ciudades mediterráneas lo que la nieve a las ciudades del Norte de Europa. Es un plus de “navidosidad” a pueblos y ciudades cuya imagen invernal está alejada del tópico del que abusan las postales y las películas norteamericanas. Dice, además, que si no existieran habría que inventarlas, porque las echaríamos de menos. Pero yo creo que lo que hacen es convertir a nuestros pueblos y ciudades en un remedo cutre de Las Vegas. O, peor aún, en una vulgar copia de Marina d’Or, qué guay.

Me pregunto yo si no habrá bastante con la que ponen en las calles nuestros ayuntamientos. Algunas ciudades puede que tengan peor gusto que otras. De acuerdo. Pero dejar la estética urbana a la voluntad de la gente, sobre todo de los chinos, que son los que más venden, es un riesgo, ¿verdad? Y como muestra, el circo que ha montado mi vecino de enfrente, el del quinto, que le ha colgado lamparitas de colores hasta a su suegra. Que sí, que sí. Que no exagero. Que cada vez que veo a la pobre viejecita asomarse al balcón iluminada cual casino monegasco se me cae el alma a los pies.

Aparte de que la sobrecarga ornamental nunca es ni será bonita de ver (excepto el Barroco, que tenía su gracia, ¿verdad?), esta fiebre iluminadora conlleva un gasto de luz considerable. Y con la sequía que padecemos, no está la cosa como para ir tirando. Pero, bueno, si nos quedamos sin agua y sin luz ponemos como excusa que nos derogaron el trasvase del Ebro y Santas Pascuas.

Otro elemento decorativo muy de moda en los últimos años es el de los Papás Noeles colgantes. Recuerdo el susto que me llevé el primer día que vi uno de aquellos horrorosos muñecos rojos trepando por un balcón. Menos mal que no les ha dado por fabricar los tres Reyes Magos con sus camellos correspondientes. Porque ésos sí que no los podemos colgar del balcón.

Uy, qué tarde se me ha hecho. Te dejo, que tengo que hacer unas compras de última hora. Que mi suegra se ha encaprichado en que ella tiene que comer besugo en Nochebuena y por su culpa llevamos una semana comiendo lechuga para poder comprar uno.

Aprovecho la ocasión para felicitarte a ti y a todos los lectores de tu blog en estas Navidades.

Afectuosamente,

Marieta de los Espíritus

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay Marieta, qué cosas te pasan!!! Pero tienes toda la razón del mundo! Qué desperdicio de energía! Cuánta contaminación lumínica y ambiental. Felices fiestas y felices polvorones... RT