En la segunda hora de "Protagonistas Gandia" recibimos la carta semanal de nuestra amiga Marietta de los Espíritus. Anda resfriada por culpa del aire acondicionado.
Mi queridísimo Paco:
Snif, snif.
No, no lloro. Es que me he resfriado. Mira que fastidia, por no decir una palabrota, un resfriado en verano, ¿verdad?
La culpa es del maldito aire acondicionado. No seré yo quien ponga en duda los beneficios que nos ha reportado el susodicho aparato. Pero una cosa es aliviarse un poquito el calor y otra es convertirse en un pingüino. Porque el invierno se hizo para pasar frío y el verano, para pasar calor. Así ha sido, por los siglos de los siglos, amén. Pero como ahora nos hemos vuelto tan sibaritas… Pues eso, que al mínimo problema, ya estamos llorando. Yo creo que la tecnología moderna está donde está por nuestra poca propensión a aguantarnos. Vamos, que tenemos poca capacidad de sacrificio. Eso es lo que le pasa, por ejemplo, a mi amiga Raquel, de entre todas mis amigas la más gordita. Su casa es un auténtico dispensario de todos los productos adelgazantes que al mercado hayan salido. Todos ellos ofrecen lo mismo: adelgazar sin pasar hambre. Y eso, mis queridísimas amigas, no existe.
Y, encima, no es que esté resfriada porque haya abusado de él en mi casa. Qué va. Lo agarré en una dependencia pública. Yo no sé qué tiene la administración con los aires acondicionados que en todos sus edificios y/o inmuebles lo tienen a todo trapo. En Hacienda, en el Ayuntamiento, en el autobús… Será que como ellos no tienen que responsabilizarse de la factura de manera directa…
Porque, ésa es otra, con la nueva subida de la luz, mejor será que volvamos a recurrir al tradicional y clásico abanico. Lo malo es abanicarse cuando atiza el viento de poniente. A mí una vez casi se me achicharraron las pestañas. Era uno de esos tórridos días de agosto en los que sopla el poniente como azuzado por el mismísimo diablo. Recuerdo que ese día estrenaba una nueva máscara de pestañas, carísima, que me había recomendado mi esteticién de cabecera y que conseguía alargarlas hasta límites insospechados. Vamos, que les faltaba poco para hacer sombra. Total, que entre el poniente y el movimiento del abanico, chica, que se me prendieron fuego las pestañas.
Y el botijo. ¿Qué decir de nuestro botijo, emblema de la España cañí? Ya casi se nos había olvidado hasta la palabra, fíjate.
Hasta que a uno de ésos modernos diseñadores le dé por rescatarlo y, entonces, ¡botijos para todos!
Afectuosamente,
Marietta de los Espíritus
Además, hablamos con Emilio Ferrer, presidente de Adela-CV, con motivo del Día Mundial contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica, que se "celebra" el jueves 21 de junio.
Por último, Xavier Pérez, profesor de la UPG y técnico de Turismo, nos habló de la Ilustración y de Gregori Maians en el espacio "Protagonistas de la historia".
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