miércoles, 3 de enero de 2007

Las uvas de la ira



Marietta sufrió un terrible accidente en la Nochevieja. Ni os imaginais quién tuvo la culpa.


Mi queridísimo Paco:

Y un año más, aquí estamos. Demos gracias a quien sea por seguir aquí. Sanos, dentro de lo que cabe. Solventes, con permiso del banco. Enamorados, no como el primer día, pero sí con el recuerdo de lo que durante un tiempo fue pasión desenfrenada y ahora cariño desmedido. Felices, en fin, y en la medida en que nos dejan.
Aunque casi no lo cuento. Y la culpa la tiene esa desgraciada tradición moderna de las uvas. Moderna porque, como seguro que sabrás, comemos uvas desde no hace mucho tiempo, de un año que hubo un excedente en la cosecha de uva y nos inventaron lo de comer doce uvas al ritmo de las campanadas del reloj en la medianoche del 31 de diciembre. Menos mal que no hubo excedente de sandías, ¿verdad? Y, para más INRI, les añadieron la coletilla de “uvas de la suerte”. Y con la superstición hemos topado. Basta que no hayas tomado las uvas para que te ocurra algo. La culpa, claro está, será tuya por no haber cumplido con el sortilegio, ¿verdad?
Ahora, el año que viene a mí no me pillan.
Con lo que yo me mofaba de aquellos que se tomaban la molestia de pelar las uvas, una a una, minutos antes de las doce. Que hay algunos que hasta les quitan las pepitas. Eso me pasa por reírme de los demás. Al tercer tolón, una pepita se desvió de su camino dentro de mí misma y provocó una primera tos. Enseguida, dentro de mi garganta, empezaron a agolparse los pellejitos de las dos uvas anteriores, que seguían dando bandazos por mi boca, con lo cual se embozó mi tráquea, ante el pavor del resto de comensales.
Lo malo fue cuando, una vez pasado el susto, los previsores se encargaron de restregarme por la cara: “claro, si las hubieras pelado, como yo…”.
Creo que la culpa de que se me desviara la pepita la tuvieron los de Tele 5. Aconsejada, es un decir, por el sector más valencianista de mi familia, que de todo hay, me tragué la extraña retransmisión de las campanadas que, desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, hicieron los protagonistas del culebrón “Yo soy Bea”, remake a la española de la telenovela colombiana “Betty la fea”. No puedo decir que quedara mal. Ni que aquello no fuera un anuncio buenísimo para la futura sede de la Copa del América de vela. Pero, ¿no estamos llevando demasiado lejos eso de mezclar ficción y realidad? A este paso no debería de extrañarnos que pasado mañana viéramos presentando el telediario al portero de “Aquí no hay quien viva”.
Aunque, por otra parte, quién nos iba a decir que veríamos a la nieta de Franco bailando el cha-cha-chá en la televisión pública en horario de máxima audiencia, ¿verdad?
Bueno, te dejo que aún tengo que ir a comprar los regalos de Reyes. Ya verás el mes que viene, cuando lleguen los recibos.
Tiemblo sólo de pensarlo.


Afectuosamente,
Marietta de los Espíritus

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay, Marieta!!! Que hay que pelar las uvas. Besos desde Barcelona.
PD: yo me tomé las uvas desde la Puerta del Sol, viendo a la Igartiburu y a Ramonchu. Charlando con un matrimonio de 70 años simpatiquísimos los dos y un par de sevillanos que esa misma mañana habían llegado para pasar una noche loca de fiesta. Alé, Feliz 2007 para tod@s!!