Así que animamos desde aquí a todo el mundo a que se haga voluntario de aquella organización que considere oportuna o idónea.
Yo, desde aquí, pido voluntarios para una serie de cosas. Esto es como una especie de lista de regalos pre-fiesta de Reyes.
Por ejemplo, vamos a pedir voluntarios que presionen para ver si nos hacen de una vez la línea de tren entre Gandia y Dénia. Pidamos también voluntarios para que acudan en nuestro lugar a las cenas de empresa de las Navidades.
A ver quién se presenta voluntario para trabajar estos días de puente en nuestro lugar. Queremos voluntarios que se encarguen de sacar la basura de nuestras casas por la noche, que da una pereza… Ojalan existieran voluntarios que, voluntariamente, engordasen por nosotros los kilos que vamos a pillar de más durante las fiestas. Lo guai será comer mucho y no engordar, pasarle los kilos a otro.
¿Qué? ¿Algún voluntario? Por favor, que dé un paso al frente. ¡Ar!
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Mayca Castro nos habla del periodo de tiempo comprendido entre los dos y los seis años de vida de nuestro hijo. Escucha aquí la entrevista con nuestra psicóloga de guardia favorita: mayca_castro_05-12.rarAnda Marietta de lo más estresada por culpa de las fiestas navideñas. Nos lo cuenta en su carta semanal. Más abajo podrás descargarte el archivo.
Mi queridísimo Paco:
Te envío estas letras habladas para que, al recibo de las mismas, me des tu opinión. Porque llevo dándole vueltas al asunto y no termino de dar con la respuesta adecuada.
El dilema que ocupa buena parte de mis pensamientos tiene que ver con LAS FIESTAS (así, en mayúsculas). Por una parte, la idea de compartir, un año más, una cena con mi suegra me nubla la mente, me vela el sueño y me pone los nervios en el estómago. Hace cosa de tres domingos me dijo: “Marietta, espero que esta Nochebuena encargues la cena a un buen servicio de catering. Aún recuerdo aquella cosa que tú llamabas ‘cóctel de gambas’ y que nos tuvo a todos una semana en la cama ja-ja-ja” (la risa es más como de hiena). He de decir, en honor a la verdad, que el cóctel de gambas estaba malísimo. Aunque, en mi descargo, he de añadir que la culpa de aquel fracaso culinario la tuvo su hijo, o sea, mi esposo, por habérselas comprado a uno que se las dejaba tiradísimas de precio y que a saber si no las había sacado de un contenedor de basura. Pero, claro, siendo como es el niño de sus ojos, a ver quién le echaba la culpa, ¿verdad?
Samuel, que me conoce, me sujetó y terció como pudo, sugiriendo que fuera ella la que se encargara de la cena, algo que estaba deseandito que le pidiéramos. Como si no la conociéramos. Así que, aquí me hallo, ensayando la cara de satisfacción que se supone tendré en la cena, tras la degustación de sus excelentes manjares, y buscando adjetivos en el diccionario que sean sinónimos de la expresión “mmmm, esto está buenísimo”.
Otro de los quebraderos de cabeza de esta semana me lo ha provocado mi hija, Mónica Patricia. Dice que en nochevieja se quiere ir de cotillón. Ojo, que yo eso no lo veo mal. Pero es que la tía quiere que se lo pague yo. Y, qué quieres que te diga, estoy harta de pagárselo todo. Cuando se hizo hippy, le pagué el billete a Ibiza, cuna del hippismo. Cunado le dio por el tunning, le compré un coche. Y aún estoy pagando el piano de cola de cuando le dio por la música. Porque a Mónica Patricia, cuando le da, le da. No te creas que se conformaba con una flauta, no. Ella tenía que tocar el piano.
En fin, que entre mi suegra, La Ogro; mi marido y sus complejos edípicos y mi hija, que cree que el dinero se reproduce por esquejes, como los helechos, me tienen la cabeza hecha un lío.
Afectuosamente,
Marietta de los Espíritus
Y aquí el audio: marietta_05-12.rar
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