Fíjense, qué contradicción. Serán ésas las únicas puertas que no sean capaces de abrir un puñado de billetes. Además, me pregunto yo: ¿para qué querrá el rico ir al cielo si el cielo ya lo tiene en la tierra, como aquel que dice? O, ¿para qué quiere ir al cielo si lo puede comprar? Ya me imagino al millonetis de turno, todo enfadado él porque San Pedro no le deja pasar y diciendo: “¿cuánto pides por él? Venga, va. Aquí tienes un cheque en blanco. Tú pones la cifra”.
Imagínense el desastre que se nos avecinaría con un rico siendo dueño del cielo. Estoy seguro de que lo primero que haría el rico sería recalificar el cielo: declararlo suelo urbanizable y empezar a construir adosados como un descosido. Ya me estoy imaginando las promociones: “El paraíso a su alcance. Espléndidos pareados en primera línea del cielo con excepcionales vistas. Parcelas con nube propia, barbacoa, piscina... Magníficas calidades. Ah, y a dos minutos de Nuestro Señor”.
Bueno, no es mi intención blasfemar. Así que voy a decir desde aquí que me parece muy bien que ser rico sea pecado. Ahora lo que hay que hacer es convencer a los ricos de que en el cielo se está muy bien (cuando te toque, claro), de que pecar no está bien y que lo mejor que pueden hacer es repartir lo que tienen entre los que no tienen.
Así que, pecadores ricos del mundo, ¡arrepentíos! Ahora os daré un número de cuenta por si queréis dejar de pecar conmigo.
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Esta mañana sólo pudimos emitir la mitad de nuestro programa debido a problemas técnicos. Por eso solamente veréis nuestra sección "Punto de lectura".

Òscar Gual nos propone, desde el bibliobús, dos interesantes lecturas: "El abrecartas" (del escritor ilicitano Vicente Molina-Foix) y la última entrega de la saga Harry Potter:
bibliobus_oscar_gual__11-3.rar
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