jueves, 12 de julio de 2007

Protagonistas Gandia (miércoles 11-07-07)


Nuestra psicóloga de guardia, Mayca Castro, nos habla de animales domésticos. Del abandono, de las responsabilidades, de terapias... Escúchala haciendo clic en mayca_castro_11-07.rar
También hablamos con María Azkalgorta, presidenta de la Fundación Affinity sobre el tema del abandono de animales. Haz clic aquí para descargar la entrevista: maria_azkalgorta_fundacio7.rar
Y, como cada miércoles, recibimos la carta de nuestra amiga Marietta de los Espíritus. Puedes leerla a continuación o descargar el audio aquí: marietta_11-07-07_2.rar

MARIETTA Y LAS DISCUSIONES VERANIEGAS

Mi queridísimo Paco:

Hace unos cuantos años, era motivo de discusión habitual entre los matrimonios, el lugar donde pasar las vacaciones. ¿Playa o montaña?, se preguntaban. Ahora ya no. Entre que cada vez hay más gente divorciada que casada y esos espacios de libertad que algunas parejas delimitan para que la cosa dure, ése ha pasado a ser el último de los posibles motivos de discusión parejil, que no perejil, ¿verdad?
Sí. Ahora, para que una relación funcione, debemos dejar “espacio vital” al otro. Que es lo que yo digo: si quieres espacio, vete al campo, que te vas a hartar. Pero luego no me vengas con que te aburres. Aunque tampoco voy a quitarle la razón a quien reivindique lo del espacio. No creo que sea necesario convertirse en lapa, pegado a tu costillita todo el santo día. Porque, un suponer, no me imagino contándole a mi amante esposo, Samuel, los detalles de mis dolores menopáusicos. Conste que lo he probado, ¿verdad? Lo de intentar compartir mi sufrimiento con él, digo. Pero, chico, que no. Que no hay manera. Un hombre jamás podrá entender lo que pasa por la mente y el cuerpo de una cincuentona de buen ver como yo. Para un varón, los dolores propios del sexo femenino son considerados… No sé… Como unas agujetas. O como un resfriado. El hombre no entiende que hay algo de nuestro sufrimiento como mujeres que va más allá de lo físico; ¿verdad?
A todo esto yo no venía a hablar de mis problemas con la regla o de la falta de ella, ¿verdad? Estaba comentando lo del espacio vital en la pareja. Que cada uno necesita un refugio, un rincón en el que encontrarse consigo mismo. En el caso de un hombre ese rincón suele estar en el bar. Y yo eso lo respeto, ojo. En mi caso, ese rincón está en las tiendas de ropa. A cada uno lo suyo.
Recuerdo que, al poco de casarnos, quisimos compartir todos y cada uno de nuestros momentos juntos. Quisimos ser modernos y romper todos los tópicos sobre el matrimonio. Así que yo me iba con él al bar a tomarme un carajillo y él me acompañaba de tiendas. El resultado, a los dos días, fue el siguiente: cada vez que yo entraba al bar, me ponía malísima y no hacía más que vomitar (es lo que tiene el olor a ducados). Cada vez que él me acompañaba de tiendas, no sé qué le entraba, pero no hacía más que bostezar. De una manera irremediable. Tanto abría la boca que un día se le metió un saltamontes (que ya me dirás tú qué hacía un saltamontes en una tienda de lencería, de las finas, además), que tuvimos que ir a urgencias a que le hicieran un lavado de estómago porque se estaba poniendo amarillo.
Desde aquel día cada uno por su lado.
Y, oyes, nos funcionó de maravilla: desde entonces, hacemos más el amor.



Afectuosamente,
Marietta de los Espíritus

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