miércoles, 6 de febrero de 2008

Trastornos y autovías

A mí me ha dado pena que hayan quitado el Tomate, qué quieren que les diga. A ver: el programa era basura, pero la manera en que estaba hecho era muy original y televisivamente muy atractiva. Pues a mí me gustaría que por estas tierras saforencas se hiciera un programa como este, pero enfocado en las próximas elecciones generales.


Porque lo de ayer de la autovía no tiene nombre. O sea, falta un mes para que vayamos a votar y, oh milagro, lo de la carretera nacional 332 se ha solucionado.

Si aquí se hiciera el Tomate, esta noticia se hubiera dado más o menos así: “Qué fuerte, qué fuerte. Miren cómo presenta el delegado del Gobierno la nueva carretera. Observen la cara de éxtasis de los presentes ante el megaproyecto. Qué manera de mover el puntero, eso sí que es señalar y no lo que hace el hombre del tiempo en la tele”.

Yo creo que haría falta un programa como éste que les sacara los colores a todos aquellos mandamases que, pudiendo arreglar las cosas, pudiendo solucionar un problemón como el paso de esta carretera por casi todas las ciudades de la Safor, que provocaba embotellamientos insufribles, contaminación, atropellos, etc., no hacían más que darle largas al asunto.

Ahora, premio al que hace la agenda de los políticos: qué coordinación. ¿Carretera? ¿Elecciones? Bah, casualidades.

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Afortunadamente, cada vez oímos hablar más del trastorno bipolar, una enfermedad caracterizada por periodos de depresión muy fuertes seguidos de momentos de euforia. Hablamos de ello con nuestra psicóloga de guardia,Mayca Castro:
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Esta semana nuestra amiga Marietta de los Espíritus nos comenta en su carta las últimas noticias sobre la futura autovía A38. Un poquito más abajo encontrarás el enlace al audio:

Mi queridísimo Paco:

Una cosa te voy a decir sin temor a equivocarme: estoy pensando en hacerme malísima. Y todo por culpa de Concha Velasco. Desde que la vi convertida viborizando por la serie “Herederos”, me he sentido inspiradísima. Tú imagínate el tremendo choque que supuso para mí, que había crecido con aquella imagen virginal de la Conchita de “Las chicas de la Cruz Roja” y había entrado en la edad adulta mientras ella se extasiaba ante el mismísimo Jesucristo en “Santa Teresa”, comprobar cómo un símbolo de ingenuidad y buenismo da un giro de 180 grados a su carrera y decide echarse al monte interpretativo. Aunque yo creo que algo ha tenido que ver en ello ese ex marido suyo, que merodea por los platós de televisión echando porquería sobre ella, esa gran dama de nuestro cine, ¿verdad?
Mas no quiero hablar de la Velasco sino de mi conversión en mal bicho. Como seguramente ya sabrás, se anunció a bombo y platillo esa autovía que salvará los cascos urbanos de un montón de localidades de la comarca de la Safor. Mi tía Paquita, que vive en Oliva y que, la pobre, no puede beber, con la emoción se puso a brindar con cava y acabó con tal castaña que aún no se ha levantado de la cama. Y, claro, una resaca con 95 años no se pasa igual que con 20. Pues la tía Paquita dice que esto es lo mejor que le ha pasado al pueblo en años y que, al fin, podrá abrir las ventanas del salón, que lleva cerradas desde ni se sabe cuándo para evitar la tremenda contaminación.
Te preguntarás a cuento de qué mi enfado y esas ansias mías por medrar en la escala de la maldad, entonces. Pues te diré que me he sentido manipulada, humillada, engañada, vendida, vilipendiada, menospreciada y mediopensionista. ¿Cómo es posible que se decidan a hacer la maldita autovía cuando falta menos de un mes para las elecciones generales? ¿A quién tratan de engañar? ¿Qué credibilidad esperan tener tras años de retrasos y promesas incumplidas? ¿Por qué todos los que tenían el poder de cambiar ese desastre de carretera no han hecho nada y se han pasado la pelota de un tejado a otro? En este caso, el tejado está a punto de derrumbarse de tanta pelota como hay sobre él, ¿verdad?

Mi hija Mónica Patricia hacía igual cuando era pequeña. Cada trimestre la misma cantinela. “Tú tranquila, que ya verás cómo apruebo”. Y llegaban las notas y todo eran suspensos. Llegaba el mes de junio y las sacaba hasta con nota. Venía con toda su chulería y me decía: “¿lo ves cómo al final he aprobado?”. Y a mí ni me hacía ilusión ni nada.
Cuando se lo comenté a Samuel, me dijo que son políticos y que su vida es ésa: prometer cosas, no cumplirlas y volverlas a prometer al cabo de un tiempo, cuando parece que la gente ya no se acuerda. Además, añadió: “¿quién te dice que ésta no la vayan a cumplir?”. Por qué lo dirá -me pregunté yo mientras me excitaba por el morbo que me estaba dando envolviendo sus argumentos con tanto misterio. “¿Por qué? ¿Por qué? ¡Ilumíname con tu sabiduría, oh, mi amor!”. Y me dijo: “¿crees que María Teresa Fernández de la Vega está en condiciones de mentir sabiendo de la situación de la que parte el PSOE en la Comunidad Valenciana?”.
Y ahí se me fue el morbo. Porque a mí es que los argumentos políticos me dejan fría. Yo esperaba que le saliera esa vena reivindicativa de rojo trasnochado que se gasta de vez en cuando y no esa faceta de tertuliano barato que lo mismo te habla del calentamiento global que de la última jugada de Ronaldinho que de las luchas intestinas en el Congo. Aquí de lo que se trata es de que solucionen los problemas, no que los creen. Y me importa un higo chumbo los votos que saquen unos u otros.
Afectuosamente,
Marietta de los Espíritus

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Nos adentramos en el fascinante mundo de los cócteles con Agustín Pozuelo, del Bar Peña El Barril de Gandia:
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¡Ah, moderación con el alcohol!

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