Por eso me hace mucha gracia que un colectivo que goza de unos horarios de trabajo tan envidiables, pida este tipo de jornada. Que sí, que la enseñanza está en horas bajas, que los profesores están muy quemados y que les pedimos demasiado, pero, caramba, podían exigir otras medidas que contribuyeran a un mejor desarrollo de los alumnos y, por qué no, a una mejor consideración de su papel en la sociedad.
Los sindicatos dicen que hacen esta demanda porque hay estudios que indican que el rendimiento del alumno es mejor con este tipo de horario. Y no dudamos de ello. Pero también hay estudios que dicen que nuestra jornada laboral es una pesadilla para eso que se conoce como “conciliación de la vida familiar” y el Parlamento europeo acaba de aprobar la semana laboral de 60 horas.
Aquí, como siempre, cada uno barre para casa.
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Si lo prefieres, puedes descargártela desde aquí:francesc_martinez_VII_vacs.rar
En el tiempo de nuestra psicóloga de guardia, Mayca Castro, nos preguntamos por qué tenemos necesidad de creer. Con motivo de la celebración del Día de San Juan, hablamos de los ritos y supersticiones que rodean esta fiesta:
creencias_y_san_juan.rar
Y aquí os dejo la última carta que nos ha remitido nuestra amiga Marietta de los Espíritus:
Mi queridísimo Paco:
El calor por fin ha hecho de presencia, coincidiendo con la llegada oficial del verano, una época asociada a la idea de vacaciones, haya o no crisis económica. Porque no tendremos un duro, pero nuestros quince días de vacaciones no los perdonamos; ¿verdad?
Tengo una amiga que trabaja en una agencia de viajes y me dice que ellos no han notado la crisis. Sí, ya sé que no es una muestra demasiado científica, y que de ahí no pueden extraerse conclusiones, pero algo es algo. Porque paso porque la crisis nos deprima, pero no admito que nos amargue nuestra existencia toda.
El lunes se celebró la tradicional noche de San Juan, con cientos de hogueras iluminando la noche más corta del año y algún que otro energúmeno beodo quemando mobiliario urbano. A veces me pregunto si no nos estamos pasando con este tipo de fiestas, porque, sinceramente, más parece una bacanal con barra libre que un rito ancestral viendo cómo quedan luego las playas. Por mucho que nuestros servicios de limpieza se afanen en no dejar huella alguna al día siguiente, resulta un poco deprimente escuchar el balance de desperfectos provocado por la fiesta.
Además, con tanta gente alrededor resulta complicadísimo cumplir con los ritos de esa noche tan mágica. Yo intenté saltar las olas, como mandan los cánones, y lo único que conseguí saltar fue a una señora de aproximadamente 120 kilos que andaba a gatas por la orilla del mar, no sé si porque se había caído o porque cumplía con alguna costumbre familiar suya.
Por eso, desde aquí propongo un sistema de turnos para el año que viene, como en el supermercado. Así evitaremos aglomeraciones innecesarias. Ay, cuánto tenemos que aprender en logística.
Afectuosamente,
Marietta de los Espíritus

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